martes, 14 de enero de 2014

Cenas de Pabostría ...con Alfredo Moreno


La niebla esconde el horizonte,  altera con intención las distancias de quienes, impuestos, cansados e insomnes, vagan por las calles de una Zaragoza que enmudece sin aurora.

Sería un buen final para describir la deshumanización global y apocalíptica en una de esas películas de ciencia ficción que tan de moda se han puesto últimamente pero, sé que la niebla en Zaragoza es bien real, los horizontes imaginados se difuminan y las gentes están adormecidas en su rutina de puerta giratoria.

El cine en su condición de escenario para los sueños, de trampolín para el adornado embuste, también acoge las grandezas y miserias de la vida cotidiana. Y es por eso que quizá el denominado séptimo arte es capaz de fascinar y no dejar indiferente a nadie. Alfredo Moreno es un tipo que, como impronta vital, acota en el subtítulo de su primer libro publicado en 2011, que es de los que viaja entre el cine y la vida. Su pasión por el conocimiento y el cine le convierten en un hombre capaz de generar interés por todo aquello que cuenta.
A principios de este año tuvimos la agradable visita de Alfredo en Cenas de Pabostría. Aquella misma tarde la pasé entre fogones, primero preparando la masa para que tuviera tiempo suficiente a fermentar y más tarde, organizando todos los ingredientes que iban a componer las pizzas, handmade style. El vino y los postres de rigor acompañaron las palabras y la noche. Alfredo, escondido tras las tapas del último suspiro de Buñuel,  nos cedió su voz para acercarnos algunos fragmento del genio aragonés.







Las trompetas del apocalipsis suenan a nuestras puertas desde hace unos años, y nosotros nos tapamos los oídos. Este nuevo apocalipsis, como el antiguo,corre al galope de cuatro jinetes: la superpoblación (el primero de todos,el jefe, que le enarbola el estandarte negro), la ciencia, la tecnología y la información. Todos los demás males que nos asaltan no son sino consecuenciasde los anteriores, Y no vacilo al situar a la información entre los funestos jinetes. El último guión sobre el que he trabajado, pero que nunca podré realizar, descansaba sobre una triple complicidad: ciencia, terrorismo, información. Esta última, presentada de ordinario como una conquista, como un beneficio,a veces incluso como un «derecho», quizá sea en realidad el más pernicioso de nuestros jinetes, pues sigue de cerca a los tres y sólo se alimenta de sus ruinas. Si cayera abatido por una flecha, se produciría muy pronto un descanso en el ataque a que nos hallamos sometidos.
                                

Una cosa lamento: no saber lo que va a pasar. Abandonar el mundo en pleno movimiento, como en medio de un folletín. Yo creo que esta curiosidad por lo que suceda después de la muerte no existía antaño, o existía menos, en un mundo que no cambiaba apenas. Una confesión: pese a mi odio a la información, me gustaría poder levantarme de entre los muertos cada diez años,llegarme hasta un quiosco y comprar varios periódicos. No pediría nada más.Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba.

Mon dernier soupir, 1982
Luís Buñuel

Pizza 

Os voy a dejar las dos recetas que tengo anotadas. La primera, es receta de Ana, la madre de mi amiga Mónica, y os servirá si lo que queréis conseguir es una masa mucho más esponjosa y tierna. Excepto por llevar mantequilla o margarina, es muy parecida a las que tengo para hacer la menorquina "Coca de sofrit o verdura".
Os recomiendo utilizar a ser posible la levadura fresca, aunque podéis sustituirla por la levadura química sino tenéis a mano.  También os pido disculpas por el vergel con las cantidades y medidas, pero así lo tengo anotado y suelo guiarme a partir de esas medidas. 

400gr de harina de fuerza
2 tazitas de agua 
1 tazita de aceite de girasol
1 cucharada de margarina o mantequilla
15gr de levadura fresca

En la segunda opción de ingredientes que os dejo, también muy sencilla,  nos permite conseguir una masa mucho más crujiente.

300 gr de harina de fuerza
300 gr de agua tibia
1/2 cucharadita de sal
10 gr de levadura fresca
15 gr de aceite de oliva 

Realmente utilizo las dos de manera bastante habitual y cada una tiene su qué, así que os animo a probar a amasar, que es una gozada. De pequeña lo vi hacer a mis abuelas y sobretodo a mi madre. Aprendí de ellas que los ingredientes necesitan su orden, que la masa debe tratarse con suave esmero y cariño. El movimiento de los dedos, la posición de las manos, utilizar bien el juego de  los nudillos para darle consistencia es todo un arte.

Las pizzas tiene múltiples opciones en cuanto a ingredientes. Fundamentales en la base, tomate frito que me encargo de especiar previamente con oregáno/provenzales, algo de tomate fresco, mozzarella fresca y  emmental. 
El resto de ingredientes pueden ser de lo más variado.Yo suelo adaptarme a lo que tengo a mano. En este caso, para la visita de Alfredo preparé dos muy sencillas. La primera con atún, bacon y cebolla caramelizada. Y en la segunda opción combiné la sobrassada menorquina y el  queso mahón con algo de jamón serrano. Puede parecer una mezcla demasiado salada pero resulta deliciosa.

Y ahora, sin más, mientras Marcos me acerca a  un Sinatra envejecido y asustado por la muerte desgranando su último My way , me acuerdo de nuevo de los caminos perdidos. Imagino, entonces, horizontes tangibles. Gentes vivificadas, humanizadas y despiertas.
Sé que hoy, tras la madrugada, Zaragoza sin la niebla, recobrará su aurora.




4 comentarios:

  1. Menos mal que no has puesto el video decadente de Frank Sinatra en 1994 cantando su último "My way" Muy ricas las pizzas, claro que sí!

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  2. Apocalipsis y pizza. ¿Quién puede resistirse?
    Don Luis me ha dicho que para la próxima vez compréis "Le monde diplomatique" para llevárselo al otro barrio y hacer el crucigrama...
    Abrazos

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  3. Buñuel sigue con nosotros, claro que sí. Un lujo de blog, una sección fantástica. ¡Mil gracias a los tres!

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